viernes, 12 de octubre de 2012

Ser y Pertenecer

Recibo muchos, muchos pero muchos emails por día. Sea por mi trabajo, por las actividades de nuestros 3 hijos, por mi pasión por escribir, y porque a través del mail me comunico vital y online con mi mamá y mi hermana. Estoy acostumbrada a encontrarme con decenas de mails cada vez que abro alguno de los dispositivos que me mantienen conectada a la virtualidad.

Es por eso que lo que sucedió aquel jueves 27 de septiembre, fue tan desconcertante. Como cada mañana, antes de salir de casa, levanté los mails en mi iPod para ir leyéndolos rumbo a mi trabajo. Por algún extraño motivo, que mi ciber sapiencia atribuyó como “error de conectividad”,  recibí 60 y pico de mensajes vacíos. Esa mañana fui turista del trayecto Recoleta-Belgrano-Colegiales. ¡Qué linda sos Buenos Aires!

El mundo real y virtual se desmoronó cuando en mi computadora de escritorio los 60 y largos mails vacíos se multiplicaron, se llenaron de palabras y se entrelazaron bajo un asunto enigmático, “Misa y cocktail de ex alumnas”. Mis temores se agigantaban a medida que veía descargarse correos cuyos apellidos mi cerebro intentaba reconocer con notable dificultad.
 ¡Virus! ¡Tremendo virus! ¡La re putísima madre que los re mil parió! 

Sopa de letras incomprensible, telaraña de escritos encriptados cubriéndolo todo. 
Hasta que, de golpe,  se hizo la luz…. como siempre la luz llega. Con timidez al principio, asombro creciente después y estallido de risas y lágrimas al final, me zambullí en ese panel de historias construidas por abejas, todas reinas.




Desde ese mail-detonante de Paula, que con respeto reverencial por el otro, invitó a un puñado de amigas y compañeras de la Camada 1987 del Colegio Mallinckrodt a contar su historia en estos 25 años de egresadas, hasta llegar a unir corazones  en cada vivencia escrita con  generosa pasión.



Una tras otra fuimos reconstruyendo nuestra colmena,  fortaleciendo cada celda, haciendo de cada espacio un lugar único y sagrado. Nos fuimos animando. Nos brindamos con la certeza de la base segura: hace 25 años y durante otros tantos de edad escolar, nuestras vidas eran tan parecidas. Mismo colegio, mismo uniforme, mismos peinados tirantes, mismas estructuras … o bastante similares en su apariencia externa.

El cuarto de siglo que siguió nos llevó a cuestionarnos el colegio, su uniforme y la tirantez de nuestros pelos. Nos fuimos despeinando, ¡enbuenahora!, con todos los golpes, porrazos, y avatares del despeinarse.  De alguna manera, cada una de nosotras, egresadas de la camada 1987, eligió despeinarse o se despeinó con la vida misma.

El privilegio de compartir durante una semana toneladas de mails que llegaban con historias a granel de vida de cada compañera de la 1987, hoy mis amigas de la 1987, no tiene valor en este mundo. 
Soy creyente, creo en Dios y en una vida eterna. Por eso estoy convencida de que en la bendición de este encuentro tuvo mucho que ver Magdalena,  nuestra compañera-amiga que meses atrás nos dejó aquí para regalarnos desde allá -  dondesea varekai, - la Luz que abre corazones, mentes y almas.

El jueves 4 de octubre viví uno de los días más mágicos que recuerdo.  Conectada con las amigas que viajaban especialmente desde el interior y desde otros países, para mirarnos a los ojos, abrazarnos fuerte y decirnos “me importás, pasaron 25 años y vos sos valiosa para mí, como yo sé que soy valiosa para vos”.  Y muy unidas con aquellas que no pudieron acompañarnos.

Todas enlazadas por una trama de vida, vida colmada en valores fundantes muchos de los cuales surgieron de nuestro colegio y de los que fuimos abrevando desde entonces. Riqueza infinita.

La timidez de un mail de este mundo, que nos convocó a abrir las almas en común-unión con la bendición de otro mundo, que nos aglutinó con amor, respecto y alegría. 

La vida misma que sorprende una y otra vez, que agita y agiganta.  Que nos ubica y re ubica en el  lugar preciado de ser humano que, además, pertenece a un grupo de mujeres increíblemente seres humanos. 

Agradecida, reverencio esta nueva oportunidad de encuentro que sé que vamos a honrar con creces, mis queridas amigas de la 1987. Vamos viendo, vamos viviendo.


viernes, 24 de agosto de 2012

FELIZ DIA DEL LECTOR - y que siga la fiesta de las letras!


El 24 de agosto es el aniversario del nacimiento del gran escritor argentino Jorge Luis Borges. 

En homenaje a su genialidad, se celebra el día del lector.

Felicidades a todos nosotros, y a usted, Maestro Borges, mi admiración por su filosofía mágica de ese "punto que contiene todos los puntos del universo". Ya nos encontraremos en el Aleph, algún día y leeremos juntos.


"En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada, de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba. El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo, vi un cáncer de pecho, vi un círculo de tierra seca en una vereda, donde antes hubo un árbol, vi una quinta de Adrogué, un ejemplar de la primera versión inglesa de Plinio, la de Philemont Holland, vi a un tiempo cada letra de cada página (de chico yo solía maravillarme de que las letras de un volumen cerrado no se mezclaran y perdieran en el decurso de la noche), vi la noche y el día contemporáneo, vi un poniente en Querétaro que parecía reflejar el color de una rosa en Bengala, vi mi dormitorio sin nadie, vi en un gabinete de Alkmaar un globo terráqueo entre dos espejos que lo multiplicaban sin fin, vi caballos de crin arremolinada, en una playa del Mar Caspio en el alba, vi la delicada osadura de una mano, vi a los sobrevivientes de una batalla, enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de Mirzapur una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, marejadas y ejércitos, vi todas las hormigas que hay en la tierra, vi un astrolabio persa, vi en un cajón del escritorio (y la letra me hizo temblar) cartas obscenas, increíbles, precisas, que Beatriz había dirigido a Carlos Argentino, vi un adorado monumento en la Chacarita, vi la reliquia atroz de lo que deliciosamente había sido Beatriz Viterbo, vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo." 
fragmento de El Aleph, Jorge Luis Borges, 1949




martes, 14 de agosto de 2012

Escribir 

Escribir me enfoca. Me fortalece. Me dimensiona. Me reposiciona. 

Escribir me energiza. Me humaniza. Me empequeñece y también me 
engrandece. 

Escribir me airea. Me suelta y me sujeta. Me calma.  
Me serena tanto como me agita. Me agiganta y me ubica. Me conmueve. 

Escribir me moldea, me perfecciona, me pule y me permite brillar. 
Un brillo que dura, un brillo interno que a veces se comparte y destella con otros. 

Escribir hace perdurar mi ahora para recogerlo en otros momentos. 

Escribir me permite lamerme heridas reconocidas y desconocidas. 

Escribir me sana. 

EscribirEscribirme.

Escribir me llena de colores y vida como las sillas de mi casa 

Amarillo y después gracias por darme el espacio para compartir mis colores 
¡FELIZ CUMPLEAÑOS !


Carolina Tocalli 
Buenos Aires, 15 de agosto de 2012

viernes, 10 de agosto de 2012


2º Crónica Instantánea en Bruselas 
"De la tímida japonesita que me seguía por la Grand Place"

La Grand Place es considerada la plaza central más bella de Europa. Su calle empedrada está enmarcada por edificios creativamente diferentes en sus accesorios pero igualados en un estilo. De hecho todos los edificios que rodean la Gran Place están visualmente unidos por una especie de cinturón dorado. Un lazo de oro que los hermana en esa comunidad de ser construcciones respetando su singularidad como edificios. 

Así encontramos la asimetría, no deseada y fatalmente real para su arquitecto, del Hotel de Ville, enfrentado al edificio recargado de ornamentos papales. Más allá, una construcción con un ganso blanco, majestuoso sobre el dintel de la puerta y un cartel que lo distingue como uno de los hogares de Karl Marx. 
De más está decir que mi edificio preferido es el de la gran rosa dorada que sintoniza muy bien con su vecino, de imponente presencia en oros, que me transportó inmediatamente a Versailles.


Todos juntos, iguales y singulares a la vez, co habitando el mismo espacio común. Cualquier asociación que los lleve a reflexionar sobre nosotros humanos y nuestras relaciones, es muy bienvenida.

Bueno, volviendo a mi recorrida de ayer, ahí estaba yo fascinada, rodeada de tanta belleza, girando sobre mi eje una y otra vez, descubriendo detalles en los edificios, buscando similitudes, yendo y viniendo de una punta a la otra de la Grand Place.
Toda esta admiración se traduce en la práctica en movimientos muy poco .... prácticos con bajas temperaturas !
A ver si logro explicarme.  Intentar absorber y retener como tesoro eterno eso que estaba viendo, implicó una serie de pasos a saber:

1. abrir la cartera para buscar la máquina de fotos y/o el iPod.
2. comprobar por milésima vez que es imposible manejar estos aparatitos con los guantes puestos.
3. devolver el armamento electrónico a la cartera, por temor a los robos.
4. proceder al " desguantado".
5. levantar del piso los anteojos negros que indefectiblemente se caen
6. comprobar con alivio que estos anteojos tienen más vidas que cien gatos juntos.
7. recuperar la electrónica ya con manos libres para fotografiar y/o escribir notas.
8. revisar las fotos tomadas y releer las notas (repetir paso 7 en caso de disconformidad respecto al paso 8).
9. continuar el recorrido turístico con un tesoro cognitivo y emocional adicional en mi vida ....
.... y un guante menos en mi placard !

Este es el preciso momento en que entró la japonesita, acompañada por su bicicleta.
Es que como resultado de mis movimientos ampulosos para incrementar mi haber cultural, uno de mis guantes terminó silenciosamente en el empedrado. Por supuesto que no noté su ausencia (cansada de tanto movimiento, preferí las manos frías por un rato) pero si noté la presencia silenciosa de esa japonesita que me seguía. 

Caminé una cuadra, y la japonesa pedaleando dos paso atrás, me observaba de pies a manos.
Llegando a la siguiente esquina, me volví hacia ella un tanto impaciente. La japonesita descendió de su bici, se mantuvo a una distancia prudencial, y siguió observándome en sus tiempos orientales.
Siendo mi timing personal occidental, digo más, porteño, le arrojé la típica levantadita cejas y un pequeño cabeceo mientras le preguntaba: "So?"

La incomodé, sí, la japonesa se puso nerviosa. Lo noté por ese  movimiento escurridizo que la sacudió un poco antes de balbucear palabras en un idioma que no reconocí. No era inglés, ni francés, ni alemán... o tal vez era el tímido decir de alguno de ellos.
Lo cierto es que no volvió a hablar y de allí en adelante todo transcurrió en un gran "dígalo con mímica".
Me señaló mi mano libre, chequeó mi mano cubierta, negó con su cabeza, señaló la otra punta de la Grand Place y me hizo señas para seguirla.

Llegando a la esquina, me indicó el piso y luego unas escalinatas donde ella había depositado mi guante.

- You are an angel !, le agradecí exageradamente un poco para compensar mi impaciencia.

La japonesa me miró a los ojos, me ofreció una pequeña reverencia y se fue pedaleando para el lado contrario. Ví como se alejaba entre los edificios diferentes pero iguales y me visualicé allí parada, bien diferente y a la vez tan igual.

Y colorín colorado (¿o amarillo?) esta historia de como crucé la plaza europea más bella, tras una tímida y paciente ciclista asiática en pos de recuperar el calor en mis manos, ha terminado.

À bien tôt!

Carolina Tocalli
Martes 17 de enero de 2012

Crónica escrita en el subte entre Beaulieu y Gare Central de Bruselas y concluida en el tren de Bruselas a Antwerpen 

viernes, 3 de agosto de 2012

1º Crónica Instantánea en Bruselas
Del conductor paciente y la extranjera perdida

Ojos celestes diminutos detrás de unos anteojos fuera de escala para esta cara sajona. Enorme sonrisa que me invita a subir al 95, el colectivo "bus" que me llevará al centro de Bruselas.

Este es el chofer, que a esta hora pico transporta a los trabajadores de los barrios periféricos al microcentro, me habla en un francés muy "vitesse". Creo entenderlo, así en el gran concepto, pero no estoy segura de creerlo.

Qué la máquina lectora de tarjeta/boleto no funciona y que pudo viajar gratis?
Por las dudas me acerco a su cabina de cristal, y en inglés corroboro el regalo.
Como si tuviera todo el tiempo del mundo, ojitos diminutos me explica en perfecto inglés, el problema del sistema y me pregunta donde voy.

- To Grand Place , le respondo y el chofer se transforma en guía turístico y me llena de información útil sobre el tiempo que nos llevará llegar (40 minutos) dónde descender (Place Sablon) cómo darme cuenta de cuando debo bajar (las pantallas del bus), qué visitar (la catedral, el parlamento…) y remata con un "que día frío, pero que bendición en sol"

Coincido que el sol,  aunque hiper débil, es una maravilla. Y mientras lo expreso, advierto que hace un buen rato que estamos charlando, que en el bus hay otros 6 pasajeros y que tal vez estén impacientes por llegar a la ciudad.
Me despido de tan amable conductor y giro preparada para enfrentar las miradas hostiles y, quien te dice, alguna puteada en francés, flamenco, alemán, ingles...

Nada. Nadie me mira, a nadie le afectó la espera. Nadie se crispó ante la situación del conductor amable y la extranjera perdida. Sentí la solidaridad en carne propia.  ¡Buena esa!
Ya en Gran Sablon, lista para caminar por la ciudad con increíble e inusual cielo azul y un frío..... igual de increíble e inusual para mí.

À bien tôt !

Carolina Tocalli
Bruselas, 16 de enero 2012


Escrita en mi Ipod durante el viaje Boitsfot - Grand Sablon

martes, 24 de julio de 2012


Crónica Instantánea en París
Unidas por una Cartera  - Reflexiones sobre una  joven musulmana

PARIS Metro 1 - estación La Defense.
Asientos individuales en la ventanilla
Sentadas frente a frente,  estamos cara a cara.


Toda cubierta y de negro, ella.
Solo se ve su rostro ovalado,  enmarcado en una especie de vincha violeta que sostiene su pelo totalmente,  ninguna mecha debe escaparse.
Su cabeza envuelta en un manto negro que forma parte de una  capa entera que la recubre hasta la cintura.
Zapatos negros y bajos, asomando apenas sus puntas de esta suerte de hábito negro, cuyo nombre no recuerdo.
Sus manos finas, blancas y delicadas sostienen una cartera, el único detalle occidental que lleva consigo.

Con esa mirada externa con la que me gusta experimentar, me observo frente a esta esfinge de ébano. Mis pantalones kaki  “enseñan” mis pies desnudos calzados con zapatillas Nike. Mi remera es de algodón fino, estampada con una xilografía negra y mis brazos están descubiertos. 
Mis pelos al viento, como de costumbre, sujetos en un rodete desprolijo con un gancho de plástico blanco.
Sobre mi falda, sostengo mi cartera negra, muy occidental.  

Aparentemente lo único que nos une es la cartera. 

Mi compañera envuelta en un sinfin de géneros, se baja  en Pont de Neuilly, segunda estación desde que comenzamos este recorrido de culturas.  

Me deja reflexionando: ¡que vasto y variado es el mundo! Cuánta  riqueza yace en cada hombre y mujer modelada, preservada, amada en siglos y siglos de cultura!

Si se nos presentara la posibilidad de hablar, a esta musulmana y a mí, encontraríamos muchos puntos en común y tanto para compartir. Seguramente nuestra conversación se iniciaría por nuestro gusto en las carteras.

Carolina Tocalli

Paris, 27 de junio de 2011
Escrita en el metró 1 entre estación Defense y Louvre

sábado, 14 de julio de 2012



Mediodía en París … oh lá lá

La vida – y su lucha que por momentos es mucha – me llevaron a París, exactamente un año atrás.
Fue en junio de 2011 una primavera lluviosa, fría y a la vez soleada y calurosa: la vida misma desparramada ante mí.
 
París me avasalló esplendorosa, mágica, misteriosa, seductora, insinuante. 
A sus pies me rendí y mis pies anduvieron hipnotizados por sus miles de calles, plazas, iglesias, esquinas, puentes, mercados, metros.
Conmigo como fiel compañera de viaje, anduve decidida a abrir mí espíritu para atesorar la ciudad y su sabia luz.  

Absorbí París por toda mi piel y caló tan profundo que muchas de las reflexiones de esos días devinieron en decisiones certeras en los meses siguientes.
Definitivamente perfecta,  París colaboró en el modelaje de tantas iniciativas  que venían cocinándose  a fuego lento.

Cincel exquisito de una ciudad única que me llevó a un lugar de confrontación personal. Horas preciosas enteramente mías y tanta belleza estallando alrededor. Tiempo y espacio perfectos. Bendita y agradecida yo.

Amarillo y después - este blog, fue una decisión cinematográfica que nació en Boulevard St. Germain.  En la meca de las letras reconozco con placer y pizca de vanidad, que fui abducida por los espíritus de los escritores de todos los tiempos. Creo que fui algo así como una elegida – la pizca de vanidad se hace más grande –realmente sentí la energía y valentía de los amantes de la palabra escrita. Aquellos artistas que abrevaron del Quartier Latin su búsqueda por salir al mundo e inmortalizarse en el paraíso de las letras. Vanidad de vanidades, el motor de todos los artistas.

Amarillo y después fue mi elección para abrirme al mundo, apertura con plazo de vencimiento. Ese junio de 2011 prometí secretamente que, pasara lo que pasara, el 15 de agosto yo iba a compartir mi mundo de escritos desde Amarillo y después.

La fiesta literaria parisina devino en resaca de un lunes triste, lluvioso, frío;  el día prometido. El lanzamiento de Amarillo y después distó mucho de ser un acontecimiento glamoroso. La vanidad se convirtió en realidad, y la Reina de las Letras en una Carolina-Cenicienta, con dos alternativas: irse al mazo  (donde físicamente ya estaba, acurrucada en la cama con ganas de nada) u honrar esa auto promesa que solo tenía de testigo a París.

El final es conocido y es lo que hoy quiero celebrar: Amarillo y después cumple un año y yo cumplo un año esencial en mi vida: el tiempo en que fui mucho más yo. 2011-2012 fue y es una lección que me acaricia a veces pero me abofetea muchas más.  Sin embargo estoy convencida que saldré fortalecida e intento encontrar el aprendizaje de todo lo que sucede. Lo que sucede conviene.

Y entiendo que ya no es  solo vanidad de escritora lo que vivo, sino el creer y apostar en mí, en los sueños y  promesas que privadamente conjuro y en las elecciones que públicamente profeso.

A ustedes, amigos,  gracias por acompañarnos a Amarillo y a mí. Ambos decidimos celebrarlo con nueva imagen, nuevos relatos y toda la energía que juntos sabemos brindar. ¿Vanidad? No,  es simplemente París y la pasión de vivir.

jueves, 7 de junio de 2012

"Anita se pierde, Alejandra no"
Mi crónica instantánea en un viaje de película


Hace ya dos años tuve el privilegio de vivir una experiencia irrepetible. Acompañé a la actriz con síndrome de Down, Alejandra Manzo, y a la emprendedora social Vicky Shocrón, al Festival de Cine Independiente Judío en San Francisco, Estados Unidos.
"Anita" protagonizada por Alejandra y con el acompañamiento total de Vicky, fue aclamada como la película más votada por el público judío de todo el mundo. La crónica que están a punto de leer, refleja el momento más emocionante.... un momento que, todavía hoy me parece mi sueño de película. Esta es la crónica que estalló de mi corazón y que, mágicamente como es el cine, se derramó, generosamente traducida, en los círculos cinéfilos de colectividad judía
Enormemente agradecida!
Carolina Tocalli - junio 2012

 
Son 1.200 las butacas del Castro Theatre de San Francisco, todos sus ocupantes amantes del cine, la gran mayoría judíos.
La ansiedad se siente, la expectativa se agiganta.
Vicky, Ale y yo nos acomodamos en nuestros asientos reservados con una cobertura amarilla que reza “reserved”.
Puedo sentir las miradas y cuchicheos de los espectadores, es que estamos acompañando a "Anita" que en minutos más va a inundar la pantalla de este emblemático cine del barrio gay más famoso del mundo.

Desde el escenario el organista arroja los acordes finales de "no llores por mi Argentina" mientras nos ubicamos en las butacas asignadas. Las miradas sonríen sus guiños cómplices - Don't cry for me Argentina, just for you ladies.
Just for us, like everything around us.... todo gira alrededor de estas tres mujeres que la vida, al voleo, puso durante tres intensísimos días en la desenfadada San Francisco.


El director del Festival del Cine Judío nos da la bienvenida a la función de la película central, las más votada por el público: “Anita”. Su voz denota orgullo y admiración cuando lee las palabras de Marcos Carnevale, director y escritor que esta anoche no pudo estar con nosotros - los invito a mirar los ojos de Anita y a sentir el mundo a través de ella.

Las luces acatan la orden de Marcos, la música de Lito Vitale nos va sumergiendo en esta historia de ficción que bien podría haber sucedido: una joven con síndrome de Down que tras el atentado de la AMIA en 1994 se pierde en Buenos Aires y vive las diferentes bombas que estallan en la vida diaria de las personas.
Durante los próximos 120 minutos, Anita experimentará la soledad,  el fracaso,  la discriminación que viven los otros en la ciudad.
Anita simplemente vivirá. Ella no juzgará, no discriminará, ni siquiera buscará.

Estoy íntegramente metida en la pantalla. Se aproxima el estallido de la bomba. Alejandra se anticipa y me toma la mano. Ella sabe lo que Anita va a sufrir. Tanto que cuando llega la explosión y todo el cine se sobresalta, Alejandra aprieta con fuerza mi mano y se pone a llorar.

¿Esto está sucediendo en la realidad?
¿Yo, Carolina Tocalli estoy en San Francisco rodeada de judíos conmovidos por el recuerdo de otro atentado no esclarecido a su colectividad y estoy tomada de la mano regordeta de la actriz principal que llora sin consuelo?
Todo esto es muy intenso, buceo palabras para compartirlo pero no las encuentro. Están atrapadas en mi corazón y por ahora, quieren quedarse allí. Se están cocinando a fuego lento. Se ve que aún no estoy preparada para escribirlas. Llegarán. O seguirán ocultas como un tesoro profundo.
En las profundidades se crece. Estoy creciendo.

La película sigue, los espectadores estamos perdidos con Anita. Nos reímos, sentimos frío, queremos bailar, queremos correr, nos mojamos, tenemos sueño y parece que hasta roncamos con Anita. Alejandra ya no llora, está iluminada.
¿Qué sentirá al verse tan grande? Se sabrá proyectada en la mente de estas 1.200 personas?

La alegría de un día de sol en el zoológico y Anita saludando a los elefantes nos devuelve con esperanza al presente. La vida sigue y depende de cada uno como la vivimos.
La vida en el Castro Theatre sigue con una sala que aplaude de pie. Alejandra y Vicky suben al escenario para compartir la experiencia de la filmación. Y yo tengo el privilegio de filmar esta escena final, 24 minutos de la vida de una mujer con síndrome de Down, que a sus 37 años abrazó la oportunidad de su vida. Y la honró con creces.

A la pregunta final del entrevistador sobre las similitudes del personaje y la actriz, esta mujer que conocí ayer nomás responde segura “Anita se pierde, Alejandra no”.
Apago la filmadora pensando en no perderme la vida ni perderme en la vida.

Carolina Tocalli

San Francisco, 27 de Julio de 2010

lunes, 28 de mayo de 2012

Ganas de Gritar

Celeste patrio, el cielo de Buenos Aires que más me gusta. Vivo, traslúcido, libre.
Respiro la única bocanada aire fresco de esta esquina de mi barrio por donde pasan más de seis líneas de colectivos. Hay momentos del día que ocupan el largo de la  cuadra y sus bocinazos llenan todo el espacio.

Pero eso hoy no ocurre, al menos yo no me doy cuenta de los ruidos del tráfico, ni de los peatones nerviosos, ni del tiempo escurridizo que amenaza con llevarnos a todos quien sabe adonde.

Mediodía sin reloj en la plaza, esta plaza sin gracia que hoy está literalmente vestida de Bicentenario: una cinta celeste y blanca abraza su cintura perimetral. Unos acordes delicados van construyendo la  emoción colectiva. Expectantes, los vecinos nos miramos con cortesía, sonriendo con la ansiedad contenida de quien sabe que una sorpresa está por comenzar.

Una sensación extraña y agradable me anima a observar las cosas de todos los días desde otra perspectiva. La perspectiva de ciudadana de fiesta, tan desconocida para mí.
Cierro los ojos respiro hondo y me dejo llevar por las marchas patrias que interpreta la banda de la policía federal.  Músicos azules y dorados, que con inusual destreza extraen los mejores acordes de sus instrumentos. Me inspiran confianza y seguridad, hoy no son la maldita policía de siempre.

Me traslado hacia el centro de la plaza y sobrevuelo cientos de cabecitas soñadoras y ojitos despiertos. Son los alumnos de las tres escuelas del barrio: la estatal, la parroquial y la privada. Distantes tan solo una cuadra entre ellas,  ésta es la primera vez que las escuelas se juntan para celebrar un acto patrio. El delantal blanco conviviendo con el uniforme, y el hijo del encargado intercambiando figuritas del Mundial con el hijo del empresario. Hoy son todos equitativamente alumnos argentinos.

El maestro de ceremonia nombra a cada abanderado y se desata una lluvia de gritos alentadores del resto del alumnado. Hoy no hay chupamedias, ni tragas ni nerds. Los chicos que acompañan la bandera argentina representan con honor a cada uno de sus compañeros.

La música me lleva un poco más lejos y encuentro a un puñado de docentes y directores. De pie, solemnes y orgullosos, escarapela en el corazón, la garganta apretada de emoción. Tantas veces habrán enseñado los sucesos de Mayo y aquí se encuentran celebrando los 200 años de ese, nuestro primer gobierno patrio. 
Hoy no hay paro docente, ni licencias ni suplencias, son todos maestros de férrea vocación y convicción.

El párroco entrecierra los ojos en ese medio camino entre la contemplación y la adoración. Las manos entrelazadas sobre su pecho es una de las figuras centrales en esta plaza. Nos bendice, reza el Padrenuestro y agradece a Dios el país que nos ha dado. Riquezas naturales, climas benignos, tierras fértiles, pueblo pacífico, el Señor no escatimó al pensarnos.
Con cariñosa firmeza el sacerdote nos invita a comprometernos en la construcción de nuestra Argentina, la que soñamos, la que queremos vivir, la que anhelamos para nuestros hijos. Es un hombre de Dios que nos lleva a Dios. Atrás, al menos por hoy, no hay comentarios sobre la situación de la Iglesia y ni sobre los curas  abusadores.

Entonamos el Himno Nacional, rezamos la Oración de la Patria, todos los chicos cantan “Mayo en Buenos Aires” mientras los adultos, hombro contra hombro como viejos conocidos, compartimos la letra y tímidamente acompañamos algunas de sus estrofas.

Seis alumnos de los tres séptimo grados son llamados para plantar dos ginkgo biloba. Nos cuentan que se trata de una especie botánica ancestral que, a pesar de que en este momento no podemos admirar sus hojas, el proceso de crecimiento es interno y que llegan a ser árboles de gran altura y belleza.  Mientras pienso esperanzada que estos ginkgos son una alegoría de nuestro país, escucho el nombre de mi hijo mayor como uno de los alumnos elegidos para plantarlo. Las lágrimas que venía conteniendo se rebelan, el futuro me regala su guiño cómplice.

Solo por hoy todo es diferente, mayo oxigena nuestra alma. Es que los cumpleaños redondos tienen esa magia única que nos hace reflexionar y sacar balances. Sin  lugar a dudas, el bicentenario ha duplicado la magia. Hablamos de mirarnos a los ojos y trabajar juntos en la Argentina que queremos, escuchamos frases como “para un argentino no debe haber nada mejor que otro argentino”, y caminamos por la ciudad como arropados por las banderas de los balcones y las escarapelas de cada solapa.

Que este sea el tiempo de barajar y dar de nuevo. Como los fue para aquellos hombres y mujeres de Mayo que, con sus diferencias y discordancias, pudieron mirarse a los ojos y confiar en que no había nadie mejor que otro criollo como ellos para pensar juntos en una idea de país.

En este momento, en esta plaza y con este pequeño acto ciudadano, ese mirarse para construir juntos está ocurriendo. Cada uno de los presentes con su vida y todos con una vida en común: la de habitar en el mismo suelo, bajo una misma nación, cubiertos por esta  bandera y compartiendo una historia de 200 años.

Vuelvo a mirar el cielo patrio, y tengo ganas de gritar por todo lo que no tenemos: justicia, seguridad, inclusión, paz, estabilidad, compromiso, equidad, oportunidades, respeto, paciencia, tolerancia.
Palabras trilladas, ultrajadas y vaciadas de contenido una y otra vez.
Yo las necesito a todas para trabajar por un futuro diferente. Tomando como muestra este pequeño acto ciudadano, quiero una Argentina donde la policía sea amable y protectora, la educación equitativa, los espacios públicos puedan compartirse, donde reine la confianza entre los vecinos.

“Miren ya se asoma, ya dispara su fulgor, nos da de su aroma, nos deshace del dolor. Si la causa en buena y no hay que dejarla escapar”  las vocecitas llenas de porvenir me convencen que la causa es buena, que vamos a poder tener y tenemos que poder forjar un país de todos y para todos.

“Hoy que todo va a cambiar hoy hay que hacer algo, Mayo en Buenos Aires mete ganas de gritar, que viva la Patria que viva la Libertad”.
El señor con el que comparto la letra de esta canción me sonríe, yo le devuelvo la sonrisa mientras se sueltan un montón de globos con cintas azules y blancas que se pierden en el cielo de Buenos Aires que tanto me gusta.

Mayo 2010 – Feliz Bicentenario Argentina, Feliz Bicentenario a todos los argentinos


Carolina Tocalli - mayo 2010

viernes, 27 de enero de 2012

Picante en mis oidos

¡Por Dios y la Virgen Santa, que se calle! Hace por lo menos diez minutos que tengo a este sujeto hablando y hablando!.
Lo que no termino de entender es cómo comenzó esta conversación, perdón,  este monólogo. ¿Habrá sido cuando nos sirvieron la comida gomosa que aún no descifro si se trata del desayuno, del almuerzo o de un simple tentempié – tentenaire, mejor dicho? Jajaja, pero que ocurrente estoy a pesar de mi agotamiento.

Sin dudas fue durante el servicio de la cenameriendadesayuno. La azafata de ébano había depositado la bandeja con otras bandejitas dentro, un vasito, unos cubiertos de plástico (los de metal son las armas de los terroristas), la mantequita - mantequilla, el quesito, el aderecito “barra Italian Dressing”, una auténtica  vianda de  Pulgarcito.
Con unas pocas migajas de curiosidad y la flacidez del tenedor como único elemento de exploración, comencé el análisis de esos “manjares del aire”. Espesos y grumosos revueltos de… de…. ¿de qué serán? Algo similar a semillas, porotos, papas pisadas y cebollas teñidas de rojos intensos con algunos verdes salpicados por allí. Sólidos rectangulares que simulan postres tipo tiramisús. ¡Qué rápido se me cierra el apetito en los vuelos! Pero había que matar el tiempo y sí, cometí el error de probar las excentricidades de abordo.

Pero claro que sí! Ese fue el momento fatal cuando se abrieron las compuertas de este dique parlanchín y, desde entonces, su avalancha de palabras no hace más que enterrarme más y más y más….

Podría jurar por toda mi familia que yo no he dado ningún calce a este sujeto, ningún indicio de plática cordial, nada de nada.
Después de ocho horas de viaje, otras tres de escala en Johannesburgo y ahora, en vuelo por 9 horas más a mi destino en India, estoy plenamente segura que no he motivado en absoluto el desborde oral de este muchacho.

Lo que sigo sin comprender es como una inofensiva comida derivó en este monólogo infinito. Bueno, evidentemente tan inofensiva no ha sido la comida, porque analizando los sucesos, ella fue el elemento detonador de esta catástrofe verbal.

Mientras yo intentaba rehacer mi humanidad tras la ínfima degustación de los manjares picantes elevados a la ene -  una voz en off comenzó a sonar para nunca más callar.
-         Debes tener cuidado, estamos llegando a la India y todo tiene mucho picante aquí –  me advirtió – tarde – el pasajero pasillo por medio. Lo miré sin mirar, gruñí el primero de los tantos “ajás” por seguir,  al que  acompañé con mi educada media sonrisa.

-         Si te fijas, a tu izquierda encontrarás un potiche redondito, con una especie de crema blanquecina, tipo yogurt, llamado “kurd”. El “kurd” es el bombero de las comidas, se sirve siempre para apagar los incendios bucales. ¿Entiendes? El kurd es como el bombero siempre listo para apagar el fuego del picante, ji ji ji ji – no puede terminar la frase de la risa que le causa su  estúpida explicación metaforizada. Neruda te dicen…

Lo miré de reojo mientras con la cuchara comprobaba la consistencia del tal kurd siempre listo para salvar bocas en llamas.
A ver, a ver…. ¿no es obvio que no tengo ganas de hablar, no es evidente que la boca me pica como mil demonios y no se cae de maduro que estoy descerebrada de cansancio?
Son todas señales fluorescentes que el flaco no sabe detectar, y hasta creo que lo envalentonan a continuar con su misión de predicador- consejero en vuelo. ¡No ha parado de hablar ni para respirar!

¿Y a mí que carajo me importa donde naciste y adonde vas? Todo lo que me estás contando es un plomo remachado, esto de que es tu segunda vez en India, pero que  estoy acostumbrado porque mis padres son indios y en casa comemos alguito de picante. Yo nací en Chile y ella, mi hermana, nació en China. Yo soy indio-chileno y ella, mi hermanita, es china-india-chilena. Mira si no es particular.

Y vos hermanita china india chilena ¿qué mirás con esta cara bombardeada de acné y esa sonrisa encorsetada de brackets? Ni se te ocurra empezar a hablar a vos también, ¿eh? A ver, dejá de sonreir, seguí comiendo, eh chito… así, bien, soooo…..

No lo puedo creer, tengo poderes telepáticos, dominé el atisbo de charla de la chiquita.
Mirá que tranquilita se quedó, hasta se puso los auriculares. Ésta seguro que no va a molestar más. Garantía de mentalista.

- Mira – el mira de este indio-chileno es un balazo en la mitad de mi frente -  tu eres de Buenos Aires ¿no es cierto? Lo noto por tu acento, es tu primera vez en India, viajas con tus otras dos amigas ¿verdad? ¿Te quedarás en Mumbai? Nosotros hemos pasado un día enterito en Johannesburgo, haz visto, para que el trayecto no se nos hiciera tan largo y tan tedioso.

No, no he visto nada. Pero ¿por que no te callas? diría con certeza protocolar el Rey de España. ¡Coño, joder!
Ay pero a mí no me sale, yo no puedo callarte. Es que esta maldita educación que tengo encima. ¿Quién me habrá enseñado tanta cordialidad?
El pibe habla y habla y habla, se abusa de mi ser “gente de bien” y yo acá, atada de pies y manos.
Si tuviera más calle ya te hubiera sacado a vender almanaques y le ibas a llenar los oídos de “miras”, “verdad” y de “no es ciertos” a tu abuela. Plomo, plomazo, hijo de una gran perra, dejáme dormir, la re mil que te parió.

Mis labios permanecen sellados, sigo medio sonriendo, solo atino a mover suavemente la cabeza y a cambiar el tono de mis “ajás”.
Qué se yo, tal vez si logro algún ajá más ronco y grave se dé por aludido y amaine el bombardeo.

No tengo carisma,  no tengo habilidad, no tengo resto físico ni mental para despegarme de esta pesadilla. Soy una pobre víctima de un abusador verbal y nadie me viene a socorrer, carajo. ¿Qué viajo sola yo acaso? Eh? ¿Y mis amigas donde están? Perras, ya duermen. ¿Y el resto? ¿No éramos doscientos y pico de pasajeros, eh? Así está el mundo, sálvese quien pueda. Manga de cobardes, todos se hacen los dormidos….. ¡Qué lo tiró!  Siendo  MIS  6 de la mañana y habiendo dormido de a puchitos toda la noche, ¿porque tendré que padecer esto yo sola?

-         Viajamos también con mi abuela, la Susana, aquí adelante – prosigue éste ser indómito señalando el asiento delante de mío.

De repente es como si un rayo de sol iluminara directamente el asiento de adelante y un delicado coro celestial arrojara sus suaves y cálidos acordes
¡Hay una luz en el camino,  la vieja está cerca! Las abuelas son de fierro, se bancan  todo, está en su naturaleza constitutiva.Tengo altas probabilidades de intercambiar el receptor de este monólogo, si, si si!!!

Urgente, debo hacer alguna intervención inteligente, dejar armada la cancha, incluir a la vieja y, chau, la dejo pegada en esta conversa. Un plan de diez.
Tranquila, despacio, a ver, de que está hablando este indio chileno, algo donde yo pueda meter baza. Y sí, no es tarea sencilla, pero voy a lograrlo, una palabrita que pueda introducir, algo ingenioso de mi parte…

Ahí aparece la abuela Susana asomándose despeinada por el pasillo.
¡Qué amorosa como me saluda moviendo la cabeza!

Si te callás un poquito nene, me dejás pasar un avisito y cambiamos el rumbo de la historia… a ver papá…. Dejáme introducir un bocadillo y le hago el entre a la nona….

¿Pero qué hace? ¿Por qué se toca tanto la oreja?
Ay no te lo puedo creer, que mala leche….. la vieja tiene un audífono!

Zorra! Se vé  conocés bien a la pesadilla de tu nieto y te estás bajando el  aparatito. Sí, date vuelta ahora, vos sí que vas a poder dormir, como el resto de estos degenerados, insensibles.

Pero qué desastre, mi estrategia hundida, recontra hundida.  
Se necesita con urgencia dadores de un plan B.  ¡Un plan B, por el amor de Dios!

-         Mis padres están sentados adelante, para que papi pueda estirar las piernas – continua incansable el insufrible - , y yo viajo aquí atrás con mi hermanita -  por suerte, la adolescente chino-indio y no sé que otra nacionalidad enarbolaba, sigue embebida en la pantallita individual que cuelga del respaldo del asiento delantero.

¡La pantallita individual que cuelga del respaldo del asiento delantero. ¡Mi plan B se materializó! ¿Cómo no se me ocurrió antes?
Evidentemente mis facultades mentales están anestesiadas: es que tanta palabra taladrante que desde hace 50 minutos me martiriza….
Estoy salvada, ya mismo la prendo, me calzo los auriculares y ¡sanseacabó!

¿Pero qué pasa con esta porquería que no enciende? ¿Esta pantalla no es touch screen? Más fuerte no puedo tocar, la voy a perforar.

Ehhhhh, no ¿qué hace? ¿Por qué se levanta? Ay no, que ni se le ocurra carajo, que empiezo a gritar…. Lo tengo casi encima, ¿que quiere prender mi pantalla?   AGHHHH que olor a chivo, que hijo de ….. salí, mierda, rajá de acá…..

Solo atino a mirar hacia la ventanilla conteniendo todo el aire que mis pulmones pueden retener.

No te lo creo, la hizo funcionar, que maestro el charleta este…
Bueno listo ya, ahora tomátelas, fuyá, juira ..  

No te puedo creer, se sentó el apoyabrazos de mi asiento. ¿Pretenderá hablarme a centímetros de mi cara? Pero que equivocado estás, chiquito……. Tonta sí, estúpida no, decía mi tía abuela… Mirá como te corro sin decir una palabra. Así, mi codito puntiagudo te echa suavemente, no necesito hablar, este es MI apoyabrazos. ¿Ves? Mirá como te vas, indio chileno desubicado.

-         Uy perdona – de un salto se retira de mi espacio vital y se sienta en su propio apoyabrazos. A buen entendedor pocas palabras…

Parece que está cómodo nuevamente, porque desde allí comienza a narrar la genealogía de su familia de Gujarat, una ciudad al noroeste de India donde viven sus primos y algunos tíos, otros han fallecido, y en esta oportunidad se reunirán todos sus parientes vivos (obviamente los vivos, pienso impaciente). Después de 8 años y medio de no verse celebrarán la bodas de plata de unos tíos, el hermano más joven de su madre,  y de su esposa, jovencita ella, fíjate tú que yo recuerdo haber asistido a su boda, tendría yo unos 5 o 6 añitos, mi hermanita no había nacido, o sí, habías nacido tú, serías entonces una bebé ...

¿Qué será de la vida de mi tío Enriquito, el hermano más chico de mamá? Hace años que no se sabe nada de él. Desde su casamiento con esa copetuda al pedo, ¿como se llamaba? ¿Griselda, Graciela, Gisella? Ay no me acuerdo. Pero que cosa, yo tenía 9 años cuando se casaron, es más, fui cortejo de los novios. Nunca me gustó el vestido que me hicieron poner, tenía esas florcitas medio caches, verde agua. Bueno pero Griselda, o Graciela, bueno su mujer siempre tuvo un carácter… De novia toda modosita pero cuando se casó, onda que lo cazó, y nos mostró los dientes a todos. Mi abuela siempre dice que mostró la hilacha. Y sí, lo alejó a Enriquito de todos nosotros. Hay que ser yegua, que le costaba integrar, sumar en la familia uno siempre lo intenta porque los afectos son sagrados, lo importante es la familia…

-          … y en el séptimo día de la boda, el útimo de todos los festejos, ya estábamos tan cansados, habíamos comido sin parar, los adultos había bebido como si fuera a acabarse el mundo y que no se acababa justamente era el vino, parecía que lo fabricaban ahí mismo, cuanta abundancia…

¿El innombrable ya contó toda la semana de festejos nupciales? ¿Me habré quedado dormida? ¡Este hombre no tiene paz!

A esta altura deseo con todas mis fuerzas que volemos por turbulencias le quiten el habla, no tiene pinta de valiente. ¿O será mejor que llame a la azafata y le pida una frazada? No, esa es una interrupción muy tenue, necesito algo más contundente.

Si tan solo me sacaran estas bandejitas con esta mierda picante tendría más movilidad para salir de acá. Estoy presa, literalmente presa de las palabras, del picante, de la mar en coche. Como se me ocurrió hacer un viaje tan largo, cómo nadie de mi familia me aconsejó que me quedara en Buenos Aires. ¡Esto es el mismísimo infierno!

-         Mira, - con su ya familiar y escalofriante “mira” se autointerrumpe – deberás disculparme, mami me está haciendo señas, algo debe estar precisando con papi, seguramente necesita que lo acompañe al toilette. Tu sabes papi  sólo no puede …..
.
-         Faltaba más, atendé a tu padre – ahora soy yo la que interrumpe sorprendida de escuchar mi propia voz carrasposa por el desuso. Ya es demasiado, no puedo soportar más. Lo único que me falta es saber que es lo no puede hacer el viejo en el baño.

Con toda la falsedad de la que soy capaz, araño fuerzas desde lo más íntimo de mis entrañas y le sonrió ampliamente.
Feliz de ver su espalda flaca alejarse, respiro hondo y vuelvo a inspeccionar las bandejitas de comida aérea. Nada parece tan picante ahora.

Ahí se va, qué cosa … como alguien puede ser tan denso y no tener el más mínimo registro? Pobre tipo, es que es un pobre tipo. Habló y habló y ni siquiera sé como se llama. Es que está tan centrado en su familia,  pensando en su hermana, su abuela, su mamá, su papá con discapacidad. Siendo tan joven, ocuparse de toda su familia, con tanto cariño y sin ninguna queja.

Estuve un poco mal. Es que yo  cansada me convierto en un monstruo terrible. Cuanta impaciencia le tiré, no hace falta hablar para mostrar fastidio. Y se lo hice sentir bien sentido, le tiré toda la mala onda posible. A una persona tan servicial y de valores tan puros, haberle hecho este desplante … Soy una guaranga, casi ni lo miré, refunfuñé cada cosa que decía…

La tormenta ya pasó, el silencio reina en el 56 D y yo llena de remordimientos. Así tampoco voy a poder dormir.

Ahí viene el indio chileno, que buen hijo, ya ayudó a su papá y viene sonriente. Apura el paso, seguro que tiene algo nuevo para contarme. Algo de su familia, valuarte en su vida, que papel central juegan sus afectos en este ser tan joven! Es un manojo de valores a imitar.

Alerta roja! Se accionó un sensor autoprotector. Cuidarse, no bajar la guardia. El tipo viene charlando solo, la pesadilla puede a continuar. Alerta, alerta.

Rápido, debo obrar con rapidez, no hay tiempo para pensar. Ya está me calcé las antiparras de dormir y tengo bien ajustados los auriculares. Inmunidad absoluta, protección garantizada.

Mujer precavida vale por dos.


Carolina Tocalli
3 de Octubre 2010